Estos últimos meses han sido de locura. Estar ordenando la casa, tirando cosas,
regalando otras, en fin. La vida parece tener prisa y sin embargo, yo no. La vida toma su rumbo, quitando a diestra y
siniestra, tomando de aquí y llevándose hacia allá. No quise enredarme con
ella. Y sin embargo, pasó llevándome entre sus planes. Un día pensé que ya era tiempo de escribir y
empecé a hacerlo, así sin más, era el momento de iniciar con un sueño, dar un
primer paso, pequeño sí, pero mío, mi primer paso en este loco sueño. Así que tomé el tiempo, le pedí permiso a la
vida para hacerlo, o tal vez me pedí permiso a mí misma: ordenando, acomodando,
dejando, poniendo todo para perderme con las letras, ¿o encontrarme a través de
ellas? Así que me perdí buscando los tiempos algunos meses. Pero abrí mi boca y
eso me ayudó. Necesitaba un empujón para
sentarme a tejer palabras, y a coser los sueños, así que llegó el día preciso a
través de mi compañero de vida. Ese hombre que no deja de creer en mí, en su
esposa escritora; esa vocecita que está
ahí para empujarme cuando veo el agua helada y no quiero meterme a nadar,
aunque sepa que una vez dentro podré sentir lo acogedor del agua y no querré
salir jamás. Así que finalmente, ahora
sí, entre los tiempos, la vida, yo misma, la insistencia de este loco admirador
(y creo que más soñador que yo), me senté a escribir. Las letras parecían devorarme, o era el miedo
que representaban para mí, miedo al dibujo que expresaría mucho o todo o nada;
miedo a perderme entre ellas y jamás regresar.
El primer escrito y todo fluyó; fue como si estuvieran listas para
salir. Cada palabra se fue acomodando libremente, divertida; enfrente, no mejor
atrás, no mejor después; bailaban entre ellas y me entretenían. Fueron hilándose, tomándose de las manos, y
entonces, sólo cuando estuvieron listas, empezaron a hablarme.
Empezó la catarsis, cada escrito me permitía entrar al
recóndito sitio donde se alberga mi alma (tratando de ponerlo en palabras). Y
ahí me perdía, hurgando, poniéndole nombre a la emoción, al sentimiento que
negaba, al grito que no escuchaba, a las lágrimas que no lloraba; y a las risas
que nunca dejaron de hacer presencia. Me perdía por momentos, tratando de tocar
el sueño que no llegó, dibujándolo con las pinceladas de las letras lo mejor
que mi incipiente escritura podía lograr.
Pude verlo, tocarlo, abrazarlo. A veces creía que se burlaba de mí, con
esa irónica sonrisa de quien lo tiene todo y te deja sin nada; pero luego lo
veía acercarse y abrazarme, tratando de consolar el grito que se ahogaba en mi
interior. En momentos el sueño corría y
me urgía a escribir; pero otros días, se llevaba las palabras, las escondía de
mi vista; era como estar en un bosque sin oxígeno, así que me alejaba de las
letras por unos cuantos días o un par de meses, hasta que volvía a tocar a mi
puerta.
El sueño fue consolidándose, las palabras formaron una
historia, mi propia historia. Tejieron emociones, pintaron bellos e imaginarios
paisajes, expresaron mucho y nada.
Arrullaron un sueño y después lo dejaron partir. Pude tocarlo, sentirlo, vivir con él, saber
que nunca se me permitiría vivirlo tal cual lo anhelé en mi más tierna
infancia. Aunque, sí, estuvo ahí por
unos años, acompañándome, llenándome de ilusiones, y como todo en la vida, también
de desilusiones (aun me cuesta entender este sube y baja de la vida,
aceptación, sí, lo sé, aceptación).
Ilusión y desilusión, así transcurrían los meses. Pareciera que esta historia fue eso, sólo un
sueño. Pero los días complicados
quedaron grabados en nuestra historia.
Cada tela entretejida la compartía con mi compañero de
viaje. Me escuchaba atento, como si
tocase cada emoción, o tal vez llorase en su interior. Su mirada se perdía
entre las palabras. Yo lo expresaba en este entretejido y él se enredaba en él.
Ambos lo abrazábamos y luego, perdiéndonos en nuestro pensamiento, lo dejábamos
partir. “Sí, adelante, publícalo”-era su
respuesta después de nuestro prolongado silencio donde las palabras, ahora sí,
no eran necesarias.
Claudia María! que manera de sacar lo que traes dentro, que te consume y que la verdad tarde o temprano se que lo harías... por que hablas con una pasión... pero escribes con el doble! jaja.. te quiero hermosa! creo que seguiré tus pasos.. y es que cuan grande es mi padre Dios que maravillas hace en sus hijos! como no hablar de ello todo el tiempo! Los quiero mucho! Eres una mujer de Esperanza Clau! por que crees en Dios! y se que el es tu Dios!
ResponderEliminarAmén! Un fuerte abrazo a la distancia...te agradezco muchísimo por darte el tiempo de leer. Dios les siga llenando de bendiciones!
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